Problemes dels sense cor

dimecres, 11 d’abril del 2012

Un paseo por los sueños

Una expectativa es la esperanza o posibilidad de conseguir algo. Ésta simple palabra es mucho más importante de lo que podamos pensar: las expectativas son capaces de hacernos caer en el pozo más profundo, pero sin ellas la vida no tendría sentido.
 Para poder entenderlo diremos que las películas te crean una determinada expectativa y, dependiendo si esta se cumple, la película te gustará o no y obtendrás una determinada satisfacción. Por lo tanto, si no tienes unas buenas expectativas y la película es normal saldrás más satisfecho que si tienes unas expectativas excesivamente altas y la película es muy buena. Aunque las ganas de ir a verla no serán las mismas.
Por suerte, sabemos que los anuncios mienten y a pesar de lo que nos hagan creer, ver la verdad no nos supone un problema importante. El problema surge cuando las expectativas no nos las crea un desconocido sino nosotros mismos, sin saber la medida exacta que deben tener.
Todo gira entorno a las expectativas, nuestra felicidad depende de que se cumplan, tenemos esperanza y eso nos crea ganas de vivir. Una persona sin expectativas es una persona vacía, pero una persona con unas expectativas demasiado altas puede llegar a ser una persona llena, llena de dolor, está claro. ¿Pero cómo saber el punto dónde parar? ¿Cómo distinguir una esperanza real de un sueño? ¿Qué podemos hacer cuando una vez tras otra las expectativas no se cumplen? ¿Puede que sencillamente tengamos que rebajar el listón? ¿Y si lo rebajamos demasiado y aspiramos a muy poco, no seriamos entonces personas poco llenas? Muchas preguntas giran dentro de mi cabeza.
Hay personas que aspiran a poco y son felices, ¿cómo se lo deben hacer? Además, si luego obtienen resultados mejores a los esperados aún están más contentos. Esto sucede constantemente en los exámenes, yo saco un notable y lo veo normal, en cambio uno saca un seis y da saltos de alegría, mientras que si fuera yo estaría al borde de las lágrimas. Supongo que mis expectativas son muy altas porque soy una persona exigente, aunque en verdad no son altas sino imposibles, únicamente creíbles en un mundo de ensueño, en un mundo perfecto. Pero a menudo mi mente actúa como un publicista, quiere hacerme vivir i darme energía y me miente diciendo que mis sueños se harán realidad y yo voy a ver mi película con la ilusión de un niño, pero nunca empieza. Pasan los días y sigo sentada en la butaca de un cine vacío, esperando. En la pantalla sólo dan publicidad que me promete todo lo que he soñado.

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